Ante una discusión o una confrontación de opiniones todos defendemos nuestra postura por oposición. Es decir, mostrando todo lo que nos va a costar si aceptamos los postulados del contrario. Ahora bien, alguien nos debería explicar en ese instante el coste que nos supone tardar en llegar / o no llegar a una solución válida para todos en el corto plazo.
Existen personas que postulan que "prefieren una solución que no se ajuste exactamente a lo que pensaba pero que la comparte una inmensa mayoría antes que imponer su idea al resto". Siendo honestos, para muchos esto es un síntoma de debilidad. En mi opinión, nada más lejos de la realidad. La palabra "consenso" pretende reunir ante una misma idea a todo o casi todos, percibiendo éstos que, aunque no es su idea inicial, no le desagrada.
Obviamente, el beneficio a corto plazo no existe. ¡Con lo buena que era mi idea! Sin embargo, todos trabajamos con más ahínco en un proyecto del que nos sentimos parte. Y no intentamos cambiarlo " a la de tres". Por lo tanto, empieza a ser beneficioso a largo plazo cuando las ideas "impuestas" (llamésmolo así) empiezan a mostrar sus costes adicionales.
Ejemplos claros hay en política. Resulta evidente el caso de la educación donde se produce una reforma cuando justo se acaba de aplicar la nueva ley educativa. ¿Cuánto nos cuesta esto? ¿Cuántos euros tiramos a la basura? ¿Cuánto tiempo perdemos con los alumnos y los profesores?
Todo esto me vino a la cabeza con un caso muy cercano: la política en el País Vasco. Me podría referir, pero no me refiero, al problema de convivencia que divide a esta región en 2 o en 3. Pero sería quizá demasiado fácil argumentar el elevado coste que nos supone no encontrar una solución que no es mala para todos. Y esto, no sólo se debe a cierta falta de imaginación en los líderes como en el escaso margen de maniobra que damos la mayoría de ciudadanos para encontrar una forma de convivencia aceptable para todos. Aquí no sólo incluyo los 4M€ que querían sacar de nuestro bolsillo para hacer unas preguntas de las que todos sabemos las respuestas y que no ayudarían a resolver nada (igual un brainstorming de posibles soluciones sería ligeramente efectivo) sino a los presupuestos retrasados, a las elecciones anticipadas, al rencor generado, a las idas y venidas, los viajes, los juicios, las manifestaciones...
Bueno... no quería hablar sobre eso... :)
Pero los ejemplos que puedo poner son todavía más claros y sencillos y competen a distintas administraciones: el AVE, la estación de autobuses de San Sebastián o el puerto de Pasajes. ¿Cuánto nos cuestan todos los cambios de proyecto en el aeropuerto (con cambio de opinión sobre qué hacer cada 6 meses)? ¿Cuánto dinero de nuestros bolsillos sale para pagar proyectos que nunca verán la luz en la estación de autobuses? Y ¿cuánto dinero hemos gastado en salarios de políticos de uno y otro bando? ¿Cuánto "retraso económico" nos supone estar 5 o 6 años detrás de otras comunidades que cuentan ya con el AVE por el hecho de llevar ese tiempo simplemente discutiendo sobre el trayecto? ¿Cuánto vale la inacción en el puerto de Pasajes durante largos años por no coincidir en la idea final? ¿Cuánto vale que en unos años con un cambio de asiento todo se desmorene y se vuelva a repartir?
Como decía aquel programa de la radio... ¡A quién corresponda!... pero espero que todos tomemos nota porque también hay muchos ejemplos en nuestra vida privada y profesional... tengo que ser un poco malo de vez en cuando y actuar como agitador de conciencias :)
2 comentarios:
Muy buen artículo Íñigo, muy muy buen enfoque.Por cierto, te linkeo, ok??
Muchas gracias por tu comentario y por el link!!! :D
Se puede entrar a debatir eh!
1 abrazo
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