Estaría en 3º de BUP o por ahí cuando Kini apareció un día en clase diciéndonos que se había convertido a una nueva religión que se llamaba Alelí… Obviamente, descubrimos que estaba vacilándonos cuando nos empezó a contar que Alelí era una marca blanca de Kleenex y que tenía unas frases mágicas que había que decir y no se qué cosas más que ya no recuerdo (¿alguien me puede ayudar?).
El caso es que esto nos dio pié a crear una “secta” competencia… ya sabéis, la efervescencia de la juventud:)… se llamaba Faray- que era otra marca de blanca de kleenex-. Como necesitábamos un eslogan, una piedra filosofal, un principio fundamental que no pudiese ser refutado llegamos a la siguiente conclusión: nuestro lema era “el tiempo, tiempo es”. Y todos sus derivados. Era la única forma de formular una realidad que creíamos inviolable. Si hemos creado el concepto tiempo (aunque Einstein nos diga que no es lo que pensábamos), el tiempo “es”… y lo seguirá siendo, cambie nuestro concepto o realmente no exista.
Todo esto viene a colación porque estaba dándome cuenta de lo contradictoria que es la vida (o no). No existe una única frase o regla que no pueda ser matizada, no existe una verdad absoluta, no existe un solo principio vital que pueda ser mantenido de por vida (o sí). En lo que a vida se trata, nuestra vida se tiene que basar en la felicidad, pero al mismo tiempo debemos saber sufrir, debemos saber que la felicidad no existe. Podemos formular que debemos ser cándidos con los demás, pero al mismo tiempo deberíamos mantener cierta bravura que nos evite problemas. Debemos ser fuertes ante los problemas, pero no tanto como para ser insensibles.
Debemos mostrarnos alegres ante los demás, pero no tanto como parecer engreídos porque somos felices y el otro no. Debemos ser perfectos, pero al mismo tiempo imperfectos porque es la única manera de ser perfectos. Debemos tomar todo en su justa medida, pero nadie sabe cual es la medida, nadie sabe cuales son los extremos para poder hallar un punto intermedio. Debemos cuidarnos a nosotros mismos primero, pero al mismo tiempo deberíamos ser generosos, pero también precavidos, e incluso un poquito maliciosos. Deberíamos buscar nuestra propia felicidad, pero sin buscarla al mismo tiempo. Debemos sesguir siempre "luchando" pero también debemos saber cuándo es mejor retirarse y buscar otro camino. Debemos encontrar nuestro propio camino pero debemos estar integrados en la sociedad. Debemos ser racionales pero también emocionales. Debemos ser firmes pero también flexibles. Debemos ser como creemos que tenemos que ser aunque esa creencia cambie cada tiempo, aunque el mundo cambie a cada segundo
Pero lo mejor (o lo peor), lo increíble (o creíble) de todo esto es que, aún así, no debemos/podemos parar de crear normas, recomendaciones , reglas, consejos. Necesitamos reglas aunque conozcamos su limitación. Necesitamos decir que tenemos unos principios inviolables aunque éstos cambien cada cierto tiempo. Necesitamos creer que sabemos lo que queremos para poder querer lo que tenemos. Necesitamos escribir este post para autoafirmar nuestros principios y luego, a su vez, poder seguir cambiándonos a cada instante.
No, si al final me voy a tener que convertir de nuevo a la religión Faray porque lo único que sé (o no) es que: La vida, vida es...
PD: Las fotos están sacadas de flickr de aquí y aquí
3 comentarios:
Muy buena reflexión...
Yo en realidad concluiría que lo único que sé es que no sé nada...
Pues es otra forma de decirlo! :)
A ver cuando nos vemos, Germán! Por donde estás? = en 2010 te puedes pasar por la oficina y saludas a todos.
1abrazo y felices fiestas
Pues ahora tengo la oficina en el Polígono 27 (edificio Democenter, rehabilitado por Fomento San Sebastián para empresas de eficiencia energética y renovables).
Pues sí, algún día me pasaré, a ver a cuántos no conozco!
Igualmente, Feliz Año.
Un abrazo.
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