Unos países se van a la bancarrota. Otros tiran la ética por la ventana antes de sus operaciones. Corta. Multiplica. Crece. Invierte. Pon dinero. Estos es el fin. Pon más dinero. Somos tontos.... A pie de calle se insulta a los banqueros. Los banqueros gritan al gobierno pero piensan que la culpa la tienen los individuos que les piden más dinero; más rápido. Los políticos esquivan los golpes y arremeten contra los banqueros pero se olvidan de su labor a la hora de controlarlos. También piensan que la culpa es de las "personas humanas" y de su avaricia. De sus ganas de hacer dinero. Pero estos no lo dicen. Se acerca el fotógrafo. Todos sonríen: 3,2,1,0... La foto retrata como los ciudadanos siguen yendo a los mismo bancos y votando a los mismos políticos; aunque sean distintos. Retrata a los banqueros siguiendo con las mismas malas prácticas. Con las mismas personas trabajando (perdón, con las mismas malas personas en los mismos puestos porque a los de abajo ya los han echado). Los políticos siguen lanzando mensajes vacíos. Pero todos sonriendo. ¡Flash! Y todo vuelve al orden anterior. Todos buscando la culpa fuera pero sin mirar hacia dentro. Todos gritándose.
Los polos se derriten. El mar sube; y con él la preocupación. Las especies desaparecen poco a poco. La calle grita a los políticos para que lleguen a acuerdos. Los políticos rezan para que puedan aplicar los acuerdos sin que se les echen encima. Las empresas se escudan en las normativas y en los ciudadanos. Los precios, el rendimiento, la Bolsa... 3, 2.... Todos en posición. Los gobiernos son incapaces de señalar a Copenhague como el inicio de la solución. Las empresas siguen pendientes de sus beneficios. Tienen a la derecha el sufrimiento pero es más fácil mirar a la izquierda. Allí está una guapa señora con cara de Lincoln, atrás la Puerta de Branderburgo y monedas en los bolsillos. 1, 0,.... Los ciudadanos miran a los políticos como el niño de 2 años que es incapaz de cruzar el pasillo el solito. El que es incapaz de hacer algo en su vida sin esperar a que se lo diga papi.... ¡Flash! Al fin y al cabo es mejor no hacer nada y echar la culpa al resto.
Hay niños desorientados en la sala. No saben quiénes son. Los padres no saben realmente si los buscan o no. Los profesores no saben realmente si los quieren encontrar. Los políticos se pelean entre ellos. El fotógrafo se cubre la cabeza. Todos ahora sonríen y enseñan sus medallas. 3,2,... Pero además de las medallas y los brazos cogidos se puede observar que los profesores tienen los pies de plomo. Esos que les impiden renovarse y enseñar de manera diferente. Los padres salen un poco desenfocados. Al fin y al cabo no saben por qué están en la foto. Ellos les enseñan las cosas importantes de la vida. Como, por ejemplo, a ser tan irresponsables e inmaduros como ellos. ¿Para qué solucionar nuestros problemas si no son nuestros? La culpa es de los demás. Los niños sonríen. Ellos son las víctimas. Pero en esa sonrisa se nota un regusto agridulce. Empiezan a recibir esemeeses en su móvil que les indican que ellos son los que eligen seguir ese camino. Pero es más fácil borrarlos sin leer. 1, 0...... Los colegios miran hacia los padres. Ellos son los importantes porque son los que pagan. Sin embargo, es sintomático que no lleven ningún libro ni nota para sus profesores. 1, 0.... ¡Flash!
¡Sigue el circo! El abuelo grita al hijo. El hijo al padre. El padre a la mujer.... Olvidémonos entonces de nuestros problemas. Son culpa de los demás. No tenemos ninguna responsabilidad. 3,2,1,0.... ¡Flash!
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