viernes, 28 de mayo de 2010

Compasión

Pues a la vista de los hechos me he ido dando cuenta de que debo tener muy desarrollada la zona del cerebro donde se origina la compasión. No sé que pensará Punset al respecto, pero yo lo afirmo. Y lo ratifico porque me doy cuenta de que cuando se apalea mucho a alguien, cuando le llueven críticas de todos lados, me suelo poner de su lado, aunque solo sea para defender un cachito de su integridad. Por lo tanto, no es muy selectiva y la puedo sentir por un mal profesional o hasta por una mala persona siempre que el linchamiento sea desproporcionado respecto a la culpa que acarrea.

Esta, al menos, es la forma más bonita que se me ha ocurrido de justificar mis actos. En el otro extremo podría haber enunciado "Pues a la vista de los hechos me he ido dando cuenta de que debo tener muy desarrollada la zona del cerebro donde se originan las ganas de llevar la contraria al resto". Pero en esta versión quedo peor y, como es mi blog, me vais a dejar que continúe con la primera versión y me auto-engañe un poquito. :)

... Para que os hagáis una idea, he sentido compasión por Van Gaal justo antes de que lo echasen del Barça (esa imagen del tío que ya no puede más diciento "tú siempre negatifo, nunca positifo"... me pudo)... y estos días también por Zapatero... :O

No seré yo quien defienda su gestión durante los últimos años, con errores importantes y algunos aciertos, aunque llevando un coche como el Renault del año pasado de Alonso es difícil ganar una carrera. Sin embargo, me he conectado empáticamente con él por el apaleamiento que está sufriendo desde cada uno de los rincones en el último par de días. Porque, al final, es la única forma que entiende alguna gente de tapar sus propias vergüenzas y dejar la autocrítica guardada en un cajón. Por ejemplo, hoy le amenzan los sindicatos con una huelga si realiza el Gobierno una reforma laboral. Lo que no dice es que llevan más de un año con este mismo cuento y no han sido capaces ni sindicatos ni empresarios de llegar a un acuerdo. O sea que como ahora tenemos un blanco fácil , enemigo público número 1 al que se le pueden echar las culpas, pues le paso la responabilidad rápidamente. También tiene toda la culpa sobre el tema de las Cajas. De nada vale que les haya dado una herramienta de la que han pasado, o que unos consejeros conectados con Dios hayan emprendido el suicidio. Nada es culpa de ellos. Todo es culpa del que nadie se va a atrever a defender...

Lo mismo la oposición. Se olvida de que somos nosotros los que les pagamos el sueldo y no se dignan a aprobar unos malditos recortes que saben perfectamente que se deben hacer. Por lo tanto, evitan mandar un mensaje tranquilzador o esos diabólicos mercados y se inclinan por uno que dice que tenemos un presidente patético que no sabe lo que hace. Pero no se preocupen que dentro de 2 años igual ganamos las elecciones y hacemos algo que no servirá para nada y entonces sí, podrán prestarnos dinero. Hasta entonces, olvídense de invertir aquí.

Así que estamos de enhorabuena, salgamos a la calle. Podemos ejecutar al causante de nuestros problemas. ¿No tienes trabajo? No te castigues, no depende de lo que has hecho o haces sino que la culpa es de ZP. ¿A tu empresa le va peor que a tu competidor? Tranquilo, no es que hayan tomado mejores decisiones es que ellos tienen un gobierno mejor y por eso te superan. ¿Te ha dejado tu novia? Calma, chaval. No es que le hayas ofendido. Está nerviosa por la crisis que ha provocado zapatitos. Y ahora que lo pienso... este sentimiento que tengo de pacontrarias creo que también me lo ha provocado ZP...

Sigamos, por favor, evitando nuestras responsabilidades. Después de todo, el tiempo que se utiliza en criticar a otro es tiempo que evito que me critiquen a mí. Mientras tenemos un enemigo y una causa, no tenemos que enfrentarnos a nuestras miserias...

Casi como decía Siniestro Total: "Tranqui, colega, el gobierno es el culpable..."


viernes, 14 de mayo de 2010

El mundo es de todos

Hace 1 semana Mabel me dejó el libro "Los próximos 30 años" de Álvaro González-Alorda, por cierto, muy recomendable. Y os cuento esto porque su libro son páginas de ánimo para transformar nuestro puesto de trabajo, nuestra empresa, nuestra carrera, nuestra vida, nuestro mundo. Y lo justifica animando a los que tenemos gran parte de nuestra vida profesional por delante a sentirnos capaces de cambiar este mundo que nos ha tocado. Al fin y al cabo, nos viene a decir, los próximos 30 años van a ser los más apasionantes de la historia de la humanidad y nosotros debemos decidir si queremos que nos lo cuenten o queremos escribirlo.

Y el mensaje me parece genial. Pero he de decir que necesito complementarlo aquí en estas líneas. Y es que está bien que nos creamos las generaciones líderes del mundo, está bien que pensemos que nosotros vamos a tener más poder para cambiar las cosas. Todo eso está bien. Pero quizá no es suficiente....

No sabemos si los próximos 30 años serán los más apasionantes o no. Lo que si sabemos es que esos 30 años (o lo que nos deje vivir la naturaleza) serán nuestros próximos 30 años y tenemos que convertirlos en los 30 años más apasionantes. Y si tenemos la suerte de vivir otros 30 pues entonces volverán a ser los 30 más increíbles.

Pero positivismos aparte, lo que quería decir es que esos años serán de todos. Y por lo tanto, todos estamos invitados a cambiar el mundo. Es más, todos somos responsables de cambiar o no este mundo en los próximos 30 años. Estés a punto de acabar tu carrera profesional. Estés a punto de empezarla o ni si quiera te la plantees. Incluso también si ya la has acabado. Porque al final, este mundo no es de los que tienen 30 o 40 años. Ni de los que tienen el poder. Ni de los que sueñan con él. Este mundo es de todos. Y como tal, todos podemos aportar nuestro granito de arena para cambiarlo. Ya sea un adolescente que se revela ante sus padres o el orden establecido; el jubilado que se niega a que le obliguen a pasarse la tarde jugando a cartas solo porque se supone que tiene que hacerlo; o el de mediana edad que hace las cosas de manera diferente aunque le llamen freaky.

Todos, absolutamente todos, podemos cambiar el mundo desde nuestro minúsculo lugar. Y encima para bien :). Y eso es lo apasionante. Y al mismo tiempo una gran responsabilidad. Así que más nos vale ponernos los pendientes o las corbatas o las dentaduras postizas y salir a este mundo dispuestos a intentarlo. Después de todo, el mundo es de todos.

domingo, 9 de mayo de 2010

Mi gran aportación al mundo

NOTA1: Dejadme por un día que me pase a temas más banales
NOTA2: El contenido de este post es gratuito. Hasta para los de las SGAE. No solamente porque no lo compraría nadie sino porque me lo paso bien escribiendo y no me hace falta que me paguen.

Es justo que cada uno devuelva al mundo lo que éste le ha aportado... Y ¿por qué digo esto? Pues porque hace un tiempo me dieron un consejo que me ha servido de mucho en las cenas o comidas a las que voy invitado. Fui mi tío Modesto y me dijo que si no tienes ni idea de vinos (mi caso) y no sabes qué llevar a una comida a la que te invitan, lleva un crianza de unos 2-3 años de antigüedad que nunca quedarás mal. Ni quedas de rata ni de demasiado espléndido al mismo tiempo que te ahorras el tiempo perdido delante de las baldas de vino mirando como lo hacen las vacas cuando pasa el tren. Con este nuevo consejo es muy sencillo: piensas en el año en el que estamos (parece fácil pero no lo es); le restas 2-3 años y te quedas con un grupo pequeño de vinos que elegir. Entonces sí, puedes guiarte por tu único criterio: lo bonita que es la botella.

Y aquí viene mi gran aportación al mundo. Cuando invitas a alguien a casa (ya sea una velada entre amigos o entre familiares o entre parejas) te debates entre poner música de fondo o no. Sabes que siempre da un toque más chic el hecho de tener una bonita música de fondo que acompañe a las conversaciones. Pero... ¿qué poner? Puedes optar por algo que a ti te guste mucho... y los invitados te dirán que les gusta. Pero no es verdad... A nadie le gusta que el anfitrión se emocione con la canción que está sonando justo ahora. Puedes optar por poner música que a ellos les guste pero te arriesgas a que se pongan a cantar entre ellos todas las letras y te dejen mirando el vino (de 3 años) con cara de "eresmiúnicoamigo") Puedes elegir el estilo equivocado, justo lo que no les gusta, puedes elegir un disco con canciones lentas pero otras estridentes....

Pues bien, mi briconsejo de hoy es que hay una opción con la que no vas a quedar nunca mal y vas a hacer la velada más agradable: Jack Johnson. Pon el Spotify o lo que sea y pones a sonar todas las canciones de sus discos. Todas con un ritmo pausado, dulce, fácil de escuchar (y fácil de ignorar si se desea)... No puedes quedar mal. Si vienen tus padres o tus abuelos, es una música tranquila que no les va a molestar. Si viene tu amigo alternativillo de medio pelo no te va a criticar por poner música comercial. Es más, igual hasta subes algún punto en su ranking de molones. Si les gusta Bisbal o Marc Anthony (¡Dios! ¡Qué grima me da este hombre!) les va a resultar llamativo. Y seguro que cuando ya estéis recogiendo os preguntarán "y ¿cómo dices que se llama?". Entonces, quizás, puedas aprovechar para deslizar sutilmente, como si no le dieséis ninguna importancia, una historia como esta: "Pues se llama Jack Johson. Resulta que es un antiguo surfista que se rompió una pierna y durante ese tiempo fue cuando consiguió ser bueno tocando la guitarra y empezar a componer canciones....". No me preguntéis por qué pero resulta que a casi todo el mundo le atrae esta historia.

He aquí mi gran aportación al mundo mundial. Así que, chicos, solo queda que Jack saque su guitarra y nos muestre como es su canción "Times like these".


domingo, 2 de mayo de 2010

3, 2, 1,0... ¡Flash!

Al fondo del parque se ve a una familia. Están todos peleándose. El hijo le echa en cara cosas al padre. El padre hace lo mismo con el hijo y con su mujer. Mientras que la mujer le desprecia para meterse con el abuelo. El resto de personas grita. Algunos lloran. Otros simplemente callan. Nadie parece preocupado por solucionar los problemas. Más bien, todos parecen empeñados en echarle la culpa a otro. ¡Vivamos a salvo! Por la derecha se acerca el fotógrafo. Utiliza una de esas viejas cámaras en las que cubre su cabeza con una tela. Hace unas señas. Todos le miran. Se colocan en sus posiciones. Sonríen. Unos echan el brazo sobre los hombros de su compañero. Otros se cogen del brazo. Todos aguantan la sonrisa. 3, 2, 1, 0.... ¡Flash! Y todo vuelve a la normalidad. ¡La culpa es tuya!

Unos países se van a la bancarrota. Otros tiran la ética por la ventana antes de sus operaciones. Corta. Multiplica. Crece. Invierte. Pon dinero. Estos es el fin. Pon más dinero. Somos tontos.... A pie de calle se insulta a los banqueros. Los banqueros gritan al gobierno pero piensan que la culpa la tienen los individuos que les piden más dinero; más rápido. Los políticos esquivan los golpes y arremeten contra los banqueros pero se olvidan de su labor a la hora de controlarlos. También piensan que la culpa es de las "personas humanas" y de su avaricia. De sus ganas de hacer dinero. Pero estos no lo dicen. Se acerca el fotógrafo. Todos sonríen: 3,2,1,0... La foto retrata como los ciudadanos siguen yendo a los mismo bancos y votando a los mismos políticos; aunque sean distintos. Retrata a los banqueros siguiendo con las mismas malas prácticas. Con las mismas personas trabajando (perdón, con las mismas malas personas en los mismos puestos porque a los de abajo ya los han echado). Los políticos siguen lanzando mensajes vacíos. Pero todos sonriendo. ¡Flash! Y todo vuelve al orden anterior. Todos buscando la culpa fuera pero sin mirar hacia dentro. Todos gritándose.

Los polos se derriten. El mar sube; y con él la preocupación. Las especies desaparecen poco a poco. La calle grita a los políticos para que lleguen a acuerdos. Los políticos rezan para que puedan aplicar los acuerdos sin que se les echen encima. Las empresas se escudan en las normativas y en los ciudadanos. Los precios, el rendimiento, la Bolsa... 3, 2.... Todos en posición. Los gobiernos son incapaces de señalar a Copenhague como el inicio de la solución. Las empresas siguen pendientes de sus beneficios. Tienen a la derecha el sufrimiento pero es más fácil mirar a la izquierda. Allí está una guapa señora con cara de Lincoln, atrás la Puerta de Branderburgo y monedas en los bolsillos. 1, 0,.... Los ciudadanos miran a los políticos como el niño de 2 años que es incapaz de cruzar el pasillo el solito. El que es incapaz de hacer algo en su vida sin esperar a que se lo diga papi.... ¡Flash! Al fin y al cabo es mejor no hacer nada y echar la culpa al resto.

Hay niños desorientados en la sala. No saben quiénes son. Los padres no saben realmente si los buscan o no. Los profesores no saben realmente si los quieren encontrar. Los políticos se pelean entre ellos. El fotógrafo se cubre la cabeza. Todos ahora sonríen y enseñan sus medallas. 3,2,... Pero además de las medallas y los brazos cogidos se puede observar que los profesores tienen los pies de plomo. Esos que les impiden renovarse y enseñar de manera diferente. Los padres salen un poco desenfocados. Al fin y al cabo no saben por qué están en la foto. Ellos les enseñan las cosas importantes de la vida. Como, por ejemplo, a ser tan irresponsables e inmaduros como ellos. ¿Para qué solucionar nuestros problemas si no son nuestros? La culpa es de los demás. Los niños sonríen. Ellos son las víctimas. Pero en esa sonrisa se nota un regusto agridulce. Empiezan a recibir esemeeses en su móvil que les indican que ellos son los que eligen seguir ese camino. Pero es más fácil borrarlos sin leer. 1, 0...... Los colegios miran hacia los padres. Ellos son los importantes porque son los que pagan. Sin embargo, es sintomático que no lleven ningún libro ni nota para sus profesores. 1, 0.... ¡Flash!

¡Sigue el circo! El abuelo grita al hijo. El hijo al padre. El padre a la mujer.... Olvidémonos entonces de nuestros problemas. Son culpa de los demás. No tenemos ninguna responsabilidad. 3,2,1,0.... ¡Flash!