martes, 27 de diciembre de 2011

El camino

Caminante no hay camino, se hace camino al andar. Y cada uno tiene su ritmo vital. A veces simplemente nos empeñamos en que los demás sigan nuestro camino, que crean las verdades que nosotros creemos ahora. Que den los pasos que nosotros hemos dado. Y lo hacemos sin saber que su camino es otro y que quizá en otro momento llegarán, si es que llegan.

Tampoco parece tener sentido resignarnos a que se alejen. Sobre todo porque compartimos un mismo mundo y el polvo de su camino a veces mancha nuestros ojos.

Pensaba ésto en estas fechas en las que se acaba el año y parece que hay que recapitular. Mi resumen, a groso modo, es rápido: una hija de casi un año, otra en proceso de adopción y una empresa nueva. Y feliz. ¿Cómo he llegado hasta aquí si hace nada vivíamos en parejita viajando por el mundo?

Lo desconozco. Recuerdo los pasos hace unos 5 años para simplificar mi vida, para quitarme estrés, para conectarme con mi yo humano, para cambiar mi relación con el trabajo. Muchas ideas se almacenaban en mi cabeza pero solo unas cuantas acciones: quitar la TV, perseguir un equilibrio más sano entre trabajo y familia,... Pero pasito a pasito me puse a finales de 2009 cuando dos hechos precipitaron varios proyectos: el primero la decisión de querer ser padre; y la segunda el viaje que hicimos por nuestra cuenta a Vietnam y Camboya. Sea por la responsabilidad de la paternidad, la conexión con la vida más humilde o lo que sea, nada más volver nos dejamos de excusas y nos metimos de lleno en nuestro proyecto personal de ecología. A los pocos meses, nos animamos a acoger a Diana durante el verano de 2010.... y durante ese año asumí lo que ya sabía: que podía hacer muchas cosas en el terreno personal pero que 1/3 de mi tiempo se iba en un trabajo remunerado. Y que tenía que proponerme aportar más al bien común también durante mis horas laborales.....

Y así pasó el tiempo. Acciones mejores o peores, con más o menos aceptación, con mejores o peores resultados pero contento de arriesgarme. Alegre de luchar por lo que creo. Y orgulloso de hacer camino. Mi camino

Que sigáis vuestro camino y que nos sigamos cruzando y alejando.

viernes, 23 de diciembre de 2011

Respuestas a: ¿Cómo educa en la muerte un ateo a sus hijos?

En primer lugar, muchas gracias por vuestros comentarios al post anterior ¿Cómo educa en la muerte un ateo a su hijo? Vuestras aportaciones me han ayudado a pensar y empiezo a tener algunas ideas claras. Y en el momento justo, después de haber reflexionado con vosotros sobre estos aspectos, encontré este libro en la biblioteca que me vino como anillo al dedo: "Cómo contárselo a los niños" de Dan Schaefer y Christine Lyons.El enfoque es muy práctico y, al ser americano, independiente de cualquier religión o costumbre cultural.

Aporta unas claves que creo que son muy útiles y que aprovecho para poneros aquí. A mi me encajan pero no quiere decir que sea la única verdad. Si acudís a otros libros, podéis encontrar teoría diferentes:
  • Los niños deben entender que la muerte es el fin de la vida. Parece obvio pero recomienda que lo primero que tiene que entender un niño es que con la muerte el cuerpo deja de funcionar. Así de crudo y así de real. Este punto de partida lo comparto sin dudar. La muerte es lo que es y debe ser transmitido
  • El mensaje variará según la edad. Con niños de 5 años el mensaje tendría que ser muy básico para que pueda entenderlo. Por ejemplo: "el abuelo se ha puesto muy malito. Su cuerpo ha dejado de funcionar y ya no se puede arreglar". El objetivo es que, independientemente de la edad, el niño entienda y acepte que no hay vuelta atrás
  • Una vez que creemos que lo ha entendido, entonces introducir los conceptos religiosos o culturales. En mi caso tendré que negociar con Jaione pero estaba pensando en explicarle que hay gente que piensa una cosa y gente que piensa otra. Y que ninguna es mala.
  • Prestar siempre mucha atención a los sentimientos de los niños. Son impredecibles y solo creándoles un ambiente donde ellos se sientan libres de culpa para hablar sobre la muerte y sus pensamientos, conseguiremos saber lo que realmente les pasa por la cabeza. En un caso, cuenta, a un niño le dijeron antes de morir el abuelo que tenía muy mala pinta... Y a las semanas viendo una peli de zombis su madre dijo que no quería verlos porque tenían muy mala pinta. Conclusión: mi abuelo es un zombi.... y fue la última imagen que guardó de su abuelo... Si les damos un ambiente en el que no les juzgamos por lo que puedan decir, sabremos qué piensan realmente y les podremos ayudar mejor en el proceso.
  • Los niños también sufren un proceso de duelo y, por lo tanto, tienen derecho a elegir si quieren estar en los tramos que nosotros consideramos "duros": hospital, funeral, entierro,... Alejarlos de estos actos suele ser negativo para su proceso de duelo porque asumen que sus sentimientos valen menos que los de los demás o que no se le trata como lo que es, una persona.
  • La educación en la muerte es un proceso continuo que no debería empezar cuando ya hay un fallecido. Empezar cuanto antes le ayudará en el futuro
Espero que os sea de ayuda.