viernes, 26 de junio de 2009

¿Merece la pena ser bueno?

Me parece ésta una pregunta genial. Y voy a intentar dar mi opinión hoy. Entiendo que todos responderíais a esta pregunta afirmativamente porque todos (o casi todos) intentamos ser la mejor persona posible. Pero a lo que me refiero con esta auto-pregunta es si merece la pena ser realmente bueno. Si merece la pena ser bueno cuando piensas que estás siendo tonto. Cuando escuchas que estás siendo demasiado bueno. Cuando no recibes lo que esperas, a pesar de haber dado todo lo que tenías. Es decir, ¿merece la pena hacer una apuesta real por lo bueno independientemente de los resultados y de las gratificaciones recibidas en un momento dado?

NOTA ACLARATORIA: soy más que consciente de mis defectos y de que cometo errores como todo el mundo, pero me permito dar mi opinión sobre lo que creo que debiera hacerse, incluso si yo no lo hago. Que no predique con el ejemplo no quiere decir que no sea un objetivo ni un deseo...

Y mi respuesta a la pregunta anterior sigue siendo . Si la apuesta por lo bueno es a largo plazo, al final siempre vale la pena. ¿Merece la pena no quejarse incluso cuando estás pensando que si te quejases obtendrías lo mismo que los que se quejan continuamente? Pues opino que sí. Que perder ese beneficio puntual se compensa con lo que ganas a largo plazo. Porque ganas en credibilidad y cuando te quejas por algo que realmente te importa (cosa que debreía pasar en pocas ocasiones), se te presta mucha más atención que si te quejas con más asiduidad.

¿Merece la pena dar sin esperar recibir? Sí. Muchas veces se pierde porque no recibes nada a cambio pero soy de los que piensa que hay que vencer la inmovilidad del egoísmo siendo generosos. Solo así podemos esperar recibir algo en algún momento. Solo así nos sorprenderá la vida de vez en cuando. No hay nada más bello que vernos sorprendidos por gestos altruistas. Y nada nos impulsa más a dar a los demás, que recibir sin esperarlo.

Pero eso no es todo. Además, los gurús de la economía y la producción (!) se nos acercan con nuevas teorías que avalan que merece la pena ser bueno. Después de años de investigación, masters, charlas millonarias han descubierto (¡oh Dios bendito!) que las cualidades humanas son cruciales en el éxito:
  • La intelingencia emocional, llave actual de casi todo lo que quiera considerarse hoy in, no deja de estar basada en técnicas que te hacen mejor persona. O, al menos, que refuerzan tus cualidades humanas.
  • Los nuevos gurús del liderazgo nos enseñan (curiosa ironía) que los buenos líderes deben recordar ser buenas personas: escuchar a los otros (empleados), utilizar la empatía, ser reconocido como alguien de valor para ellos (imposible siendo un tirano)...
  • El otro día estuve en una charla sobre el desarrollo de una carrera profesional. Y explicaba que, en un mundo tan cambiante, más que tener unas habilidades técnicas concretas (cálculo numérico o economía, da igual), es más importante tener una serie de habilidades personales que te hacen aprender más rápido lo nuevo. Es decir, cualidades como el positivismo o la capacidad de autocrítica son vitales porque nos permiten adaptarnos más rápido al nuevo mundo.
Por lo tanto, lo tenemos fácil :). Podemos ser lo que siempre hemos querido: buena gente. Sin miedos, porque en el largo plazo la vida nos lo devolverá. Saldremos tarde o temprano ganando.

Así pues, vamos todos. Sin complejos. Hagámonos más dueños de nuestras vidas e intentemos ser buenos. Pero buenos en la máxima expresión. O al menos, intentarlo. Apostemos todo lo que tenemos a ello. Todo sea por el bien de los demás. Pero sobre todo... del nuestro. :)

1 comentario:

Anónimo dijo...

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